Como los brazos me testimoniaban un peso... Hasta me extrañó, cuando fui notando que el tiroteo de la calle había posado término; me pareció que hacía un seguro minuto que el fuego se había calmado. Cesaron, sí. Pero gritaban, una confusión chau-chau blablá de conversación ruin, unos a otros, de rueda-a-la-redonda. ¿Habían de haber desautorizado toda la munición? Mirando, no entendí. ¿Podía tirar? Me parece que quise gritar, y espere despuésmente, más tarde. Y lo que vi, aquel enredo. Y con quien salía de una puerta, para ir a juntarse con la banda de todos -se armó, asegurando por delante de sí engatillado un pistolón de 2 cañones, apuntó -que era cateto Teofrasio, ¡cómo si fuese un hombre de armas! ¡Y vi, mandando alos suyos, al Hermógenes! El sombrero en la cabeza era un barreño redondo.. Hombre que se desata...
Entendí. Socórrame usted.
Conocí lo que estaba a punto de ser: que los suyos y los míos habían cruzado grande y loco desafío, conforme para cumplir se preparaban, unos y otros, en las dos puntas de la calle, en formación; y en frío desenvainaban. Lo que viendo, vi a Diadorín: sus movimientos. Querer mil gritar, y no pude, desmí de mí-mismo, me mareaba, con unas ansias... Me quitaron mi voz. (Joåo Guimaråes Rosa: Gran sertón: Veredas)
Entendí. Socórrame usted.
Conocí lo que estaba a punto de ser: que los suyos y los míos habían cruzado grande y loco desafío, conforme para cumplir se preparaban, unos y otros, en las dos puntas de la calle, en formación; y en frío desenvainaban. Lo que viendo, vi a Diadorín: sus movimientos. Querer mil gritar, y no pude, desmí de mí-mismo, me mareaba, con unas ansias... Me quitaron mi voz. (Joåo Guimaråes Rosa: Gran sertón: Veredas)
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