en su adolescencia cambió el nombre que le pusieron al nacer por uno masculino, no cambió su sexo registral porque ese dato es indistinto en
la documentación brasileña. Es decir, se siente un hombre, se ve como
tal, pero a
los ojos miopes del Estado todavía es formalmente una mujer, y es por
eso que en teoría puede casarse con un hombre. Según esta lógica, nada
les impediría entonces, siguiendo lo que las mismas leyes chilenas
normalizan, pedir un turno para casarse. Y así lo hicieron, pero no sin
miradas de sospecha, y una primera respuesta negativa. Finalmente, la ley –no sin
poco aturdimiento después de haber entrado en contradicción consigo
misma– tuvo la última palabra: no pudo ir contra lo que ella misma
pregonaintegRación vs libeRación
paredseparaDora
grande-pequeño

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