Buckminster Fuller (1895-1983) fue el más famoso de los arquitectos norteamericanos, pero prefería presentarse como “generalista”, porque pensaba que la especialización era lo que había acabado con los dinosaurios. Ingeniero, filósofo, poeta, geómetra de estirpe pitagórica, acostumbró pensar siempre en términos globales... Venía de una familia acaudalada y entre sus antepasados estaba Margaret Fuller, que fue amiga de Emerson y Thoreau. Dos veces echado de Harvard por frecuentar más los teatros de revista que las aulas, su formación intelectual fue bastante irregular. Se casó muy joven, trabajó como obrero de línea y operador de radio y tras llevar a la quiebra la empresa de construcciones de su suegro quedó en la miseria. Por aquel entonces vivía en un sórdido suburbio de Chicago y acababa de perder una hija. Se dio a la bebida y pensó en suicidarse, pero cuando estaba a punto de tirarse al lago Michigan, tuvo una suerte de visión mística que le dio la certeza de que el Universo era un “diseño”, una estructura racional de la cual él no tenía derecho a excluirse. Cuando volvió a hablar fue para ponerse a desarrollar una serie de inventos y diseños que inicialmente fueron recibidos con indiferencia o rechazados por su escasa rentabilidad, aunque todavía se los celebre. Durante años fueron considerados “diseños futuristas”, especialmente después de que el autor de la historieta Buck Rogers confesó haberlos imitado. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-1996-2008-09-07.html
PROYECTOS: como los que la arquitectura profesional presenta-vistos extensivamente: desiderativo-defensivos (transferencias varias: arte, amor, guerra, política), ofrecen representaciones duales: (enlaces-encierros, discurso-censura): escenas de unidad o separación violentas:"cuando un individuo compite en su proyecto con el de otro... y no pudiendo huir ni luchar: se inhibe -en el hombre esto se acompaña de angustia y profundos cambios orgánicos" (en "Mi tío de América", de A. Resnais)
Construcción: "Solamente el curso posterior del análisis nos faculta para decidir si nuestras construcciones son correctas o inútiles. No pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera examen, confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos una aceptación... ni discutimos una negación. En resumen, nos comportamos como una figura familiar en una de las farsas de Nestroy: el criado que sólo tiene una respuesta en sus labios para toda pregunta u objeción: «Todo se aclarará en el curso de los acontecimientos futuros.» http://mediacionartistica.files.wordpress.com/2013/01/construcciones-en-el-analisis.pdf
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