Construcción: "Solamente el curso posterior del análisis nos faculta para decidir si nuestras construcciones son correctas o inútiles. No pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera examen, confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos una aceptación... ni discutimos una negación. En resumen, nos comportamos como una figura familiar en una de las farsas de Nestroy: el criado que sólo tiene una respuesta en sus labios para toda pregunta u objeción: «Todo se aclarará en el curso de los acontecimientos futuros.» http://mediacionartistica.files.wordpress.com/2013/01/construcciones-en-el-analisis.pdf

miércoles, 4 de septiembre de 2013

juego: la invención del Otro)


http:/ el juego del niño no se opone a la realidad. Al contrario, es a  través del juego cómo el niño organiza e interpreta su relación con los otros, con el mundo; es a través del juego como fabrica su realidad. Un día este niño deja de jugar y la pregunta es qué cosa puede estar reemplazando al juego.  Freud es claro: el fantasma, es decir, las historias que el niño se cuenta pero que ya no llevan al juego.
A través de este filtro, de esta pantalla, el sujeto fabrica su realidad. Dicho de otro modo, la realidad (que no es lo real), está enmarcada por el fantasma, no es sino una fantasmatización de lo real, una construcción del sujeto de su relación con el mundo -que es, para el sujeto humano, el mundo de los otros, esos que hablan, y con los cuales toda relación está mediada por la palabra. En Freud hay un lugar clave para estudiar el juego infantil como análogo del fantasma: el juego del carrete en el capítulo II de Más allá del principio del placer: un niño pequeño con un carrete atado a un hilo, lo arroja debajo de la cuna y lo vuelve a recoger. Un juego repetitivo acompañado de un par de exclamaciones en su media lengua: cuando lo arroja dice fort (fuera) y cuando lo recoge da (aquí). Se dedica a este juego cuando la madre está ausente; el niño no juega solo sino con el Otro materno: el niño juega con la ausencia de la madre (un Otro domesticado hasta tal punto que se le puede identificar con un carrete), ausencia que hace presente su deseo; cuando no está se puede preguntar a qué se debe esa ausencia, cual es su deseo. Ante la angustia suscitada por el enigma del deseo del Otro materno el niño produce esa maquinación del Fort-Da a través de la cual trata de situarse en su relación al deseo del Otro.
Se trata de domesticar ese deseo del Otro que suscita angustia y obtener a partir de ese fondo de angustia un placer a través de su maquinación lúdica. Lo que ilustra este juego es generalizable al fantasma: el fantasma es una máquina que se pone en juego cuando se manifiesta el deseo del Otro, una máquina destinada a protegerse de la angustia coordinando el goce al placer. El fantasma se desencadena por tanto cuando encontramos una falta en el Otro, una falta de significante que responda de cual es su deseo. Ante este enigma del deseo del Otro la respuesta es el fantasma.
 La pregunta por el deseo del Otro es consecuencia de la inconsistencia de la lengua. La lengua es inconsistente porque un significante sólo se define por su relación a otro significante, sin que haya un ultimo significante que sea garantía de la significación (no hay Otro del Otro).

  [ElResplandor & LaProfecía ] 

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