
Vuelta a desdecir las sombras se pueden ir. Ir y volver. No. Las sombras no se pueden ir. Mucho menos volver. Ni espalda encorvada de vieja. Ni el viejo y niño. Ni frontal del cráneo ni mirada atenta. Desdibujarse sí. Las sombras se pueden desdibujar. Cuando la mirada clavada en una sin más. O de algún modo las palabras vuelven. Ni van ni vuelven. Hasta que se vaya lo tenue si acaso se va. Para nunca más volver.
80
Huecos para cuando se vayan las palabras. Cuando en modo alguno aún. Entonces todo se ve como sólo entonces. Inatentado. Todo lo inatentado que atenúan las palabras. Todo lo así visto desdicho. Y sin rezumar. Y sin huella en la blandura cuando de ella rezuma otra vez. En ella rezuma otra vez.

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Vuelta a probar a empeorar el par que roe desde el último peor. Desde que disparejos. Dos antes tan uno. Desde ahora una inmensidad de brecha. Inmensidad de vacío entrambos. Avanzan igual de lentos todavía sin alejarse aún. Ese apenas mejor peor. Hasta que palabras para más peor todavía. Palabras peores para más peor todavía.
Beckett: http://rumboapeor.blogspot.com/ [foto B. Faucon; Rebecca Horn: Muschelschlaf] http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/index.html
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