Errática, en su cansada búsqueda
de célebre, su moderada musa o
desesperación pequeña no la cunde.
La afilia solamente a la artimaña.
A las mañanas de un excesivo
siglo y la deslumbra. En versos,
romanceril juglara, de su fe
de ríos circundantes no da cuenta
sino apenas de la patria ingrata
en aventura dentro de sí.
Pavimentos y maltrechos cráteres
de alma que, en trechos de Islandia
a Islandia, puertos indeseados
y extravío han de medir. Habrá que
deducir cuantías de lo que no
se ve por exceso. De asfixias,
lo que le nutriera el habla.
De la distancia, el tiempo.
enderezar enderezar
A esta emergencia incondicionada, originaria sin origen, siguiendo a
Winnicott la denominamos espontaneidad. No en el sentido de
que alguien “haga lo que quiere”, sino de que haga algo que nadie tenía previsto: bien pronto
descubre lo divertido que es patalear, no quedarse quieto, desacomodando
todo lo que intenta hacer la madre... en el
encuadre adulto de los cuidados, donde el juego siempre es inoportuno e
innecesario. Pero el ser humano empieza por necesitar eso innecesario y
el no quedarse quieto es capital. Jugar es no quedarse quieto.
[mexicarros; GOrozco: Isla en una isla] [libro - isla] [No soy un héroe, no me abro paso a codazos en la rueda de la historia como ustedes”]
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